jueves, 3 de diciembre de 2015

S de soltar



¿Te acordás de esa lista que hiciste en enero del año pasado? Quizás la hiciste un poco antes y el Año Nuevo te encontró con tu lista de deseos y proyectos ya reposando debajo de la almohada o dentro de tu libro preferido... Esa que como te enseñó algún maestro, no está escrita en infinitivo ni en condicional sino en un presente rotundo, para que tenga más fuerza y el Universo o Dios o los santos respondan. La que decía que ibas a remodelar tu living, que ibas a empezar salsa, que te ibas a rapar o a animarte a teñirte el pelo de colores. La que decía que te ibas a recibir, que ibas a conocer las Cataratas, a comprarte una moto, a ahorrar para tus próximas vacaciones, a cambiar la compu. Quizás con el paso de los meses fuiste haciendo otras listas, comprar tal libro, hacer arreglar tal mochila, comprarte un reloj o una tostadora, salir a cenar con tal, llamar a tal otro, tomar una clase de jardinería, aprender a cocinar tal cosa. Quizás ni siquiera escribiste nada pero llevás la lista en la cabeza. 

¿Te ubicás ahora?

Y entonces se acerca fin de año y empezás a hacer balances y pasás todas las cosas pendientes (que son más de las que vas a admitir) a una lista nueva, prolija y bella, porque este año sí va a suceder.

Pero... ¿va a suceder? Seguís diciendo que vas a empezar el gimnasio, que vas a llamar a esa tía que hace tanto que no llamás, que vas a comenzar a usar la bicicleta para ir a trabajar, que vas a adelgazar diez kilos (y te vas a mantener en tu peso una vez que llegues a él), que vas a comprar eso que tanto te gusta para decorar tu pieza... Pero hace años que venís diciéndote lo mismo y seguís posponiéndolo de una lista a la próxima... 

Agarrá la lista del año que ya acaba. Si son muchas, juntalas, si está sólo en tu cabeza, ponela en papel. Y leela, pero de verdad leela, y detenete el tiempo que haga falta en cada uno de los items. ¿De verdad querés cada una de las cosas que están ahí? ¿De verdad te importan, de verdad querés cumplirlos? ¿Siguen significando lo que significaban la primera vez que los apuntaste?, o mejor: ¿alguna vez significaron algo?

Todo lo que queremos y no cumplimos ocupa espacio en la cabeza y gasta energía, nos desgasta y nos desenfoca. Como un programa en la computadora que está minimizado y se sigue ejecutando aunque no lo estemos usando. Si amontonás muchos programas de pronto el Word tan sencillo que estabas usando se cierra y se te tilda todo, porque el procesador no da más de tantas cosas que está haciendo al mismo tiempo aunque vos, que sólo estabas escribiendo, ni te diste cuenta. Cuando nos acordamos de eso que no hicimos (porque siempre nos acordamos, si está ahí agazapado, flotando en el inconsciente) nos lamentamos, y cada vez que lo pateamos para adelante o que no sucede nos agarra como una frustración a la que de a poco nos vamos acostumbrado hasta que es sólo un malestar: y bue, el próximo año será.

Y no, no va a ser. Ya lo había dicho Newton: un cuerpo en reposo tiende a permanecer en reposo si no sufre la acción de una fuerza. Y la fuerza somos nosotros: nuestra voluntad, y nuestras ganas. Sobre todo nuestras ganas.

Y si ya no tenés ganas, ¿para qué? Tenés la lista en la mano. Todavía te quedan 28 días, ¿cierto? Sacá el turno a la peluquería, llamá a quien tenías que llamar, empezá a leer esa novela que tenés hace seis meses arriba de la mesa de luz, limpiá ese cuartito al que no entra nadie, andá a comer a ese restaurant que tenés tantas ganas de conocer, comprate las zapatillas que querías. Abrite un plazo fijo y meté los $400 que tenés en la mano para empezar a ahorrar, que por algún lado hay que arrancar.

Y sincerate. Tachá todo lo que ya sabés que no vas a hacer (ni este mes, ni el año que viene, ni  ningún año) porque realmente, si tenés que ponerte a hacerlo, se te van las ganas. No vale el esfuerzo o siempre hay algo más urgente o más interesante para hacer. Quizás al final no era tan importante, o quizás no es el momento, y de acá a cinco o seis años te encontrás con que el deseo resurgió y esta vez es en serio. Y lo que tachaste de verdad dejalo ir, sin culpas, sin sentir que estás fallando, sin quedarte pensando que en realidad vos medio como que en el fondo sí querías, y que lástima que te colgaste che. SOLTALO. Que deje de ocupar energías que podrías estar enfocando en otras cosas que sí importan.

Que cuando te sientes a hacer la lista para el 2016, esté llena de cosas nuevas. De cosas que nunca habías pensado, de cosas que de sólo ponerlas en el papel te emocionan.

Y que cuando el año ya haya pasado lo que te sobren sean recuerdos, y no pendientes. Que de momentos y de recuerdos está hecha la vida. 

"No hagas el cambio tan complicado.
Sólo comienza..."


No hay comentarios: