lunes, 22 de febrero de 2016

Z de zambullida




Que te tiemble todo el cuerpo de sólo pensar
que estás a punto de arrojarte de cabeza al torrente de la vida.

(Y que mires al sol sonriendo antes de cerrar los ojos.
Que te animes,
y que te arrojes.) 

Y que a cada momento recuerdes la adrenalina y el placer de esa primera zambullida. 






Cuando llegó carta, la abrí.
Cuando oí a Salif Keita, bailé.
Cuando el ojo brilló, entendí.
Cuando me crecieron alas, volé...

miércoles, 17 de febrero de 2016

Y de "y si..."

¿Y si me das todos tus miedos a cambio de un puñado de caramelos de colores y los metemos en una cajita y los dejamos en el río para que se los lleve la corriente?
¿Y si vos me sacás los míos cuando yo no estoy mirando y los soplas junto con los dientes de león que recogimos en la orilla?
Si derrumbamos muros y tendemos puentes y dejamos que sean otros los que paseen con máscaras. Si hablamos a corazón abierto y nos mostramos las heridas para secarlas al sol y dejar que cicatricen.

¿Y si vamos a contramano del mundo?
Alquilamos cuando nos dicen que hay que comprar, gastamos cuando nos piden que ahorremos. 
Si preferimos gastar el dinero en libros antes que en ropa, en golosinas antes que en barritas light, en sánwiches para comer en el parque en lugar de en cenas caras. Si nos deshacemos de las cosas cuando otros amontonan, si seguimos dejándonos llevar por la curiosidad cuando otros amonestan a los que no toman en serio las responsabilidades sin darse cuenta que su manera no es la única de tomarse en serio la vida. Si vivimos ahora cuando el resto planifica el futuro, o si en realidad pensamos el futuro pero de a momentos vividos hoy más que de a saltos en un tiempo indescifrable.

¿Si juntamos nuestras cosas y nos vamos lejos de las raíces? ¿Si partir resulta ser una forma de volver a ellas?
Si señalamos un lugar en el mapa, el que sea, y partimos hacia allá con las valijas llenas de pocas cosas pero de mucho amor. Si preferimos el cielo de estrellas antes que las luces de la gran ciudad. Si tenemos la casa con patio, los dos gatos, el perro, el cobayo, la tortuga, las bicicletas, las plantas en macetas de colores. Si cuando nos cansamos de todo cargamos a los bichos y vemos a dónde ir después. 
Si encontramos un lugar donde haya cabritas en el jardín revolucionándolo todo y un arroyo que pase justo detrás del terreno, entre la casa y la montaña. Si decidimos que cambiaríamos cualquier cosa por un día más con los pies descalzos a orillas de un lago.
¿Si nos adentramos en el bosque?
Si trabajamos desde cualquier lado y con lo que haya a mano, si nos abrimos caminos, si probamos. Si atendemos bares, diseñamos, cosemos cuadernos, cocinamos, hacemos trencitas, pintamos, redactamos noticias, escribimos cuentos, damos clases, enseñamos, aprendemos.
Si atravesar el día con una sonrisa cuenta mucho más que un sueldo a cambio de 9 hs. de esclavitud. 

¿Y si entre tantas cosas que son fijas dejamos que nos lleve el viento y nos hacemos cambio?


 


martes, 16 de febrero de 2016

X de excepción



Seamos la excepción a la regla que hace que tantos encuentren motivos para protestarle a la vida.
Levantate de buen humor y que siempre tengas los quince minutos que hacen faltan para desayunar tranquila antes de arrancar tu día. Saludá al vecino en la puerta de tu casa, reíte si te hace alguna broma aunque sea mala, llegá al trabajo cantando y de buen humor. No escatimes saludos, nunca sobran los 'buen día' aunque a veces hagan que te miren extrañados.
Recordá los pequeños detalles que le dan ritmo y color a la vida de tus colegas y cada tanto, como al pasar, preguntá por ellos aunque apenas si obtengas una pequeña respuesta. Cómo le fue en el asado con amigos del domingo, si consiguió ese vetisdo que se iba a comprar el otro día, cómo está la nena, la sobrina, el perro, qué tal su paseo de fin de semana, cuántos días faltan para sus vacaciones. Demasiada gente pregunta por enfermedades, dolores, hijos que se llevan materias, inflación, parientes que dan dolores de cabeza, que a alguien le tiene que tocar preguntar por las cosas buenas.
Salí de la oficina sin apuro y disfrutá del sol que brilla en la calle. Saludá al chofer del colectivo como si no cargaras las preocupaciones de todo un día sobre tus hombros. Si necesitás escuchá música y cantá como si nadie te estuviera escuchando, sino viajá en silencio y animate, por una vez, a ser de esas personas que pueden estar consigo mismas y no necesitar nada más.
Caminá jugando a no pisar las líneas de las baldosas, comprá una flor que sea sólo para vos, detenete a conversar dos o tres palabras con la mujer de la despensa. No huyas con tanta desesperación de la lluvia, no te quejes tanto del calor ni de la humedad, en las noches sin luz aprovechá para mirar las estrellas. Cantá a los gritos en la ducha y mientras limpiás, bailá viejas coreografías mientras esperás el cole en una esquina, si te pintan ganas saltá un charco en un día de lluvia aunque esquivarlo sea más fácil y menos aparatoso. Pasá menos tiempo en las redes sociales, mandá cartas que nadie espera, sorprendé a alguien con un llamado sin motivo Comprate un libro para colorear y dedicate a eso mientras tomás mate sola en el balcón disfrutando de la brisa leve y fresca que traen algunas tardes de verano.
Agradecé todas las cosas que sos, que tenés, que lograste y que disfrutás, empezando por las más pequeñas, como que tus cinco sentidos se despierten con vos todas la mañanas, y terminando con las más ridículas, como esa nube con forma de sapo que viste dos días atrás y que te trajo el recuerdo de una infancia a veces olvidada en el trajín de ser adultos.
Entregate, exponete, arriesgate. En la amistad, en el amor y en la vida. Besá con locura, abrazá con locura, expresá con locura lo mucho que querés a quienes se hicieron un lugar en tu corazón. Abrí sin recelos las puertas de tu alma a las personas, los sueños y los proyectos, aunque después algunos decidan partir y dejen el suelo lleno de cosas rotas. Los cuerdos sólo hacen cuerdamente y los que se dejan ganar por el miedo o la vergüenza se pierden algunas de las satisfacciones más grandes que puede traer la vida. Dalo todo aunque corras el riesgo de perderlo. Y si lo perdés, que lo único que no hayas soltado hayan sido la alegría, la esperanza y las ganas de soñarlo todo de nuevo.
Digamos que sí cuando todos dicen que no... Y seamos la excepción.