sábado, 31 de enero de 2015

Hay una respuesta


El título de esta entrada no tiene nada que ver con su contenido, o quizás sí. Arranqué este blog diciendo que no tenía una maceta amarilla y vengo a corregir esa afirmación: el otro día (miércoles o jueves, no podría decir) Madre llegó con un regalo para mí, y de un saque me hizo la feliz propietaria de una maceta color sol y no de una sino dos plantas, que ahora son dos seres vivos a mi cuidado ja.

Así que he aquí, la maceta con sus habitantes:

"Hola, somos Plantita I y II en una maceta amarilla y esperamos
sobrevivir al 2015"

Aprovecho esta oportunidad para corregir un error de esa primera entrada en este blog: soy dueña de una planta. Es un cactus injertado y se llama Olga Isadora, me lo regaló el mejor amigo de Sis para mi cumpleaños de 2013 y sigue vivito y coleando. Sólo que lo dejé al cuidado de Madre, como mencioné oportunamente, porque en mi pieza se sentía solo y deprimido y en cambio en el patio tiene toda la selva amazónica de Madre para que le haga compañía. 

Olga Isadora. No sé cuál es cuál, pero creo que
Olga es el verde e Isadora el rojo. O al revés.

Para el que está esperando el momento donde realmente empiece a escribir en serio, confieso que no vine a decir nada importante hoy. Sólo estaba contenta con la maceta y esa fue la excusa para sentarme a la compu, principalmente porque no quiero perder la costumbre de pasarme por acá de tanto en tanto. Pero (el Universo sabe), me puse a escuchar canciones de A Great Big World mientras escribía y apareció una canción cuyo título me llamó la atención. "There is an answer", que para el que no sabe inglés, significa "Hay una respuesta". Esos chicos escriben canciones con letras simples pero geniales y no pude menos que ponerla, suponiéndome un poco con qué me iba a encontrar. Resultó que como siempre, me sacaron una sonrisa, pero además la canción tenía que ver con mi desafío para Enero, porque así empieza: 

I am just a sailor in a great big sea
searching for what's meant for me
And I thank my lucky stars every single day
I'm exactly where I'm supposed to be

Que en español sería más o menos así:

Soy tan solo un marinero en el gran inmenso mar
buscando qué está destinado para mí
Y agradezco a mis estrellas de la suerte todos los días
Estoy exactamente donde debo estar.


Así me siento, la verdad. En estos días pasaron un montón de cosas sobre las que ya me explayaré, que hacen que tenga un montón (más) de cosas por las que agradecer y que logran que me sienta la persona más afortunada. Todo sucede por una razón, y sucede cuando tiene que suceder. Siempre lo creí y cada vez estoy más convencida. Sólo hay que creer (en uno mismo, en el Universo que trabaja en nosotros y con nosotros) y confiar mientras nos movemos hacia donde queremos ir. Y las cosas suceden. 

Les dejo acá la canción, por si alguien quiere escucharla. 
Bello día, bello finde, bella vida!




PD: Mañana comienza mi reto de Febrero: un mes sin internet en el celular. Tengo algo que se parece ridículamente al miedo, ¿que voy a hacer un mes sin whatsapp? Ya no quiero hacerlo. 

lunes, 19 de enero de 2015

12 retos para salir de mi zona de confort

Hay cientos de cientos de sitios en Internet que hablan de lo que es la "zona de confort". Leyendo un poco por allá y un poco por acá, viendo videos y pensando en lo que yo misma hago y digo habitualmente, podría arriesgarme a hacerme la enciclopedista y decir que la "zona de confort" es ese conjunto de actitudes, pensamientos y pocisiones ante la vida en el que nos movemos habitualmente y que nos ayuda a manejarnos con el menor nivel de ansiedad posible. Es eso que hacemos porque siempre lo hicimos, porque nos enseñaron que es así, porque internalizamos que es lo normal o correcto para hacer. El conjunto de comportamientos que nuestra familia, la escuela y la sociedad nos inculcó para actuar del modo esperable y aceptable para todos.
La zona de confort tiene la ventaja de que hacer que nuestra vida vaya más o menos sin sobresaltos y con el menor estrés posible, disminuyendo la incertidumbre y aplacando muchos de nuestros miedos. Del otro lado de la línea que delimita nuestra zona de confort habitan todos los monstruos que amenazan con deshacer la poca paz que esta vida posmoderna nos permite conseguir. Dicho así suena como algo muy bueno, ¿cierto?
Sin embargo, el otro lado de la moneda es un poco menos bello: dentro de la zona de confort nada nuevo puede sucedernos. La zona de confort es la repetición de lo mismo, que por consiguiente, siempre va a traernos los mismos resultados. Seguros, reconfortantes, pero siempre idénticos.

La creatividad, la novedad, los grandes descubrimientos (personales y comunitarios), la superación de uno mismo están más allá de la zona de confort.

¿Quién no quisiera ver qué hay del otro lado, ver de qué es capaz? Suena tentador, no me digan que no.

La buena noticia es que para salir de la zona de confort no hace falta apuntarse a una clase de paracaidismo ni dejar todo e irse de mochilero por Oriente. Simplemente hace falta romper con algún patrón habitual (pueden leer acá algunos comentarios al respecto que encontré muy interesantes) y prestar atención a qué pasa cuando nos animamos a lo nuevo.

Sucede que hay muchos atributos por los que me defino que no me gustan: soy tímida, soy vergonzosa, pienso mucho todo, soy impultual, soy inconstante, no le demuestro a los otros lo que siento ni digo lo que pienso, opino muy poquito de mí misma. He intentado muchas veces cambiar algunas de esas actitudes y pensamientos sobre mí pero por una cosa u otra al poco de arrancar ya había olvidado mi determinación y volvía a caer en los mismos patrones de siempre. Por eso cuando me crucé con una entrada en el blog de Judith Tiral pensé "ésta es mi oportunidad". Así que hice de los "12 retos para salir de mi zona de confort" la primera idea de mi lista de cosas para hacer este año y aquí voy. Espero que compartir esta lista con todos Uds. sea incentivo externo suficiente para cumplir con ella, porque de verdad de veras de veritas quiero probarme a mí misma que soy capaz de caminar fuera de los límites de la comodidad.

Enero: Agradecerle al Universo todas las noches.
Hubo una época allá a lo lejos en la que solía tener la costumbre de acostarme y, antes de dormirme, agradecerle al Universo (a la vida o a "papá Dios", como me resulta reconfortante llamarlo) por todas las cosas buenas que tenía, que me pasaban o que le pasaban a mis personas más amadas. Todas las que se me podían ocurrir, incluso las más pequeñas o aparentemente insignificantes. Con el tiempo perdí esa costumbre, muy ocupada en imaginar argumentos de historias para escribir, repasar los vaivenes del día o vagar con la mente por mis problemas hasta quedarme dormida. Y la verdad es que nunca me sentí más afortunada y más relajada ante la vida que en esos días en los que ocupaba al menos unos minutos en apreciar todas las bendiciones que recibidas. Así que por eso quiero recuperar esa vieja costumbre.

Febrero: Dejar de usar Internet en mi celular.
Vivo hiperconectada. No digo que sea algo malo en sí mismo, Internet es maravilloso en muchos aspectos, pero últimamente siento que pasar todo el día conectada, pendiente de lo que me escriben o no me escriben porque siento que hay que estar y responder al instante, me está generando una ansiedad que no me está gustando nada. No digo que voy a pasar un mes completo sin Internet porque realmente no sé si podría o si en este momento estoy lista, pero quiero probar qué pasa si vuelvo el tiempo atrás, cuando si necesitaba algo mandaba un sms, si querían hablar conmigo me llamaban o nos sentábamos a chatear tranquilos y si estaba aburrida en una sala de espera leía. Estoy casi segura de que desconectada voy a tener más tiempo para mí y para acomodar el montón de ideas inconexas que viajan a la velocidad de la luz por mi cabeza, desordenándolo todo.

Marzo: Empezar teatro o expresión corporal o algo e ir todo el mes.
Amo bailar. Y sin embargo expresar algo cuando bailo me cuesta horrores. Mi cabeza me frena, me da vergüenza, me siento ridícula, expuesta, vulnerable, tosca o todo eso al mismo tiempo. Por eso quiero intentar hacer alguna actividad que me de herramientas para sacar algo de todo lo que tengo dentro, por muy incómodo o difícil que pueda ser. (Lo pienso y ya no quiero hacerlo. Pero eu, si fuese fácil no sería una manera de salir de mi zona de confort).

Abril: Llegar puntual a todos los lugares a los que vaya.
Existió un tiempo en el que solía ser una persona puntual. Un tiempo muy lejano, que probablemente acabó el día en que Madre dejó de ser la persona que me llevaba a todos lados. Pero ser impuntual me pone bastante nerviosa: miro el reloj a cada rato y pienso excusas para justificarme y tengo que correr para salvar un poco la tardanza, cuando detesto profundamente correr. Así que en abril voy a hacer mi mayor esfuerzo para llegar puntual a todos los lados en los que me estén esperando, aunque eso implique al principio llegar más temprano (porque como dice el dicho, mejor prevenir que curar).

Mayo: Escribir en mi novela todos los días.
Dicen que para terminar una novela no hace falta encerrarse por horas, durante semanas, sino que alcanza con avanzar al menos un par de líneas todos los días. De hecho, soy una convencida de que llegar a una meta es inevitable mientras no te dentengas, y ésa es en la teoría una de mis frases de cabecera, aunque me falta la persistencia para llevarla a la práctica. Actualmente tengo en curso una novela y dos fanfictions que están abandonados hace meses porque no consigo juntar la voluntad suficiente para trabajar en ellos, aunque en su momento supe estar muy entusiasmada y hasta sé cuál es el desenlace para cada uno de ellos. Una de mis metas personales es terminar mi novela para finales de 2015, así que sentarme a trabajar en ello todos los días parece ser una buena manera de sacudir mi zona de confort.

Junio: Hacer diez minutos de elongación todos los días.
Me encantaría tener la elongación y la flexibilidad que tienen muchas de mis compañeras de danza pero la verdad es que nunca me he puesto a trabajar en eso aunque de sobra sé que si no lo ejercito con regularidad nunca voy a llegar a abrirme de piernas o a tener un lindo battement, por ejemplo. Va a doler, pero voy a intentar llegar a ello, al menos por un mes. He dicho.

No espero llegar a tener el battement de Polina Semionova pero sí
mejorar un poquito el mío, que es bastante patético en este momento.
Julio: Decir que sí a todos los planes que me propongan.
¿Mencioné en algún momento que soy de pensar mucho todo? Una de las cosas que más pienso es cuando me invitan a ir a algún lado o a hacer algo: que si voy a sentirme cómoda, que si va a haber alguna de mis amigas, que si no voy a estar fuera de lugar, que si mejor no me quedo adentro leyendo o viendo series, que si tengo cómo ir y cómo volver, que si etc etc. Así que me voy a tomar un mes de vacaciones de mí misma y aceptar todos los planes que me propongan (creo) (espero) (ya me estoy arrepintiendo) (ay).

Agosto: Comer una fruta todos los días.
No hay mucho que decir al respecto de esto. En invierno me da fiaca comer frutas; bah, en realidad casi todo el tiempo me da fiaca comer frutas (sí, fiaca), pero estoy bastante segura de que son un elemento necesario en la dieta de toda persona, así que a por ello.

Septiembre: Escribir en este blog día por medio.
Es muy posible que de acá a nueve meses haya perdido el entusiasmo inicial que siento con este blog y me esté costando mantenerlo actualizado porque me conozco y sé que es lo que suelo hacer. Así que el reto de este mes es recargar las pilas y mantener este sitio en movimiento, aunque más no sea con cosas sueltas e inconexas que vaya encontrando por ahí.

Octubre: Hacer algo nuevo o diferente de lo habitual todos los días.
Mis días suelen ser bastante monótonos. Tengo jazz, tengo tela, leo, miro series, chateo, miro Facebook, como, tomo mate, twitteo, hago mandados, a lo mejor juego con mi perra, voy a la psico una vez a la semana, lavo los platos cuando me toca, cocino cada tanto, quizás me veo con mis amigas, meriendo con Novia un par de veces por semana, y así siempre. Pues bien, el desafío de este mes es hacer algo fuera de lo común todos los días, aunque sea mínimo: tomarme un colectivo diferente para ir a los lugares de siempre, levantarme a un horario inusual, cocinar una receta nueva, leer un libro en otro idioma, no sé. algo. Lo único que espero es que no se me acaben las ideas.

Noviembre: Contactarme con seis sitios web para sumarme a sus equipos de redacción o participar como colaboradora.
La verdad es que pocas cosas me llenan tanto como escribir y me encantaría hacer de la escritura mi profesión además de mi hobby. Pero nadie va a venir a buscarme (o sí, no sé) y por lo tanto voy a tener que salir yo a darme a conocer y mostrar lo que puedo hacer. Y eso es algo que me da miedo, porque siempre es más cómodo quedarme y decirme que en realidad los que viven de escribir son los menos, los que han tenido suerte. Quizás necesite un poco de suerte, sí, pero con probar no pierdo nada.

Diciembre: Hacer las compras de Navidad antes del 15 de diciembre.
Todos los años me digo que no voy a esperar a la última semana para comprar los regalos de Navidad y todos los años me decepciono olímpicamente, corriendo entre las multitudes que recorren el centro el 23 de diciembre para hacer las últimas compras. Bueno, este año voy a terminar con este hábito odioso.

Esta Navidad que pasó empecé las compras el 19 de diciembre
y me encontré con postales como ésta. Hacían como 33º a la sombra. 

He aquí entonces mi lista de los 12 retos para salir de mi zona de confort. A algunos los veo más difíciles que a otros pero si ya empiezo tirándome para atrás no voy a llegar muy lejos, así que a todos les voy a poner el mismo entusiasmo. Mientras los vaya trabajando voy a subir algún comentario al blog porque sino ¿cuál es la gracia?

Y para terminar, les dejo un videito que encontré mientras leía sobre la zona de confort. Dura sólo siete minutos y vale el tiempo, porque además de decir algunas cosas muy interesantes y dejarme pensando, sus dibujos me han sacado más de una sonrisa. 



Y no se... yo que vos también me arriesgo y hago la lista de doce retos para este 2015 ;)

domingo, 18 de enero de 2015

Sobre cómo gané un jornal completo sin hacer nada

(O sobre los beneficios de ser siempre responsable, la ciclotimia climáticas y otras cosas por el estilo)

Desde hace cuatro meses soy un número más en las estadísticas nacionales de desempleados. Estaría en la desesperación total (bueno, tan así no, pero más o menos) si no fuese porque mi cuñado (de aquí en adelante "Cuña", el novio de mi hermana del medio, de aquí en adelante "Sis") me consiguió un trabajo a tiempo parcial (súper parcial), los domingos en un club de Fisherton.


Fisherton es un barrio residencial que se encuentra casi saliendo de Rosario por las rutas que van hacia Córdoba. Nació a fines del siglo XIX alrededor de las vías del ferrocarril que unían las estaciones de Tortugas y de Rosario Central, como un barrio suburbano especialmente levantado para el personal jerárquico británico de la empresa Ferrocarril Central Argentino: un pequeño pueblo inglés en medio de la pampa. El ferrocarril sería la marca de identidad del nuevo barrio y de hecho su nombre hace referencia a esa cultura: la mismísima palabra Fisherton evoca al Ingeniero Henry Fisher, durante muchos años principal representante de los intereses del Ferrocarril Central Argentino en Rosario. Hacia mitad del siglo XX, el “pueblo de Fisher” estaba unido al resto de la ciudad por un servicio de trenes y otro de tranvías, y además de las acomodadas familias anglo-americanas el barrio se había empezado a poblar con los trabajadores del ferrocarril y con familias comerciantes de clase media de origen italiano, cada grupo geográficamente separado del otro por los boulevares, el trazado de las vías y los clubes sociales y deportivos de pertenencia. Algunas de las instituciones más viejas y elitistas de Rosario se encuentran ahí: el country del Jockey Club, el Club Atlético Fisherton, el Golf Club Rosario.
Aunque no todas sus cuadras son así, el imaginario colectivo asocia a este barrio con las veredas anchas sembradas de pasto y árboles, los caserones con cochera, pileta, tres perros y mucho verde, las calles tranquilas. el silencio a la hora de la siesta y el canto de los pájaros cuando cae el sol. El club en el que Cuña me consiguió trabajo queda en la zona seminal del barrio, sobre una de las primeras tres calles que fueron trazadas en él y que se parece mucho a esa imagen preconstruida que todos los rosarinos tenemos del barrio. No es un club grande pero es pintoresco y aunque apenas si tengo algo que ver con él ya me resulta un lugar muy querible.

La entrada al club. Nótense dos cosas: uno, el cielo diviiiiino que había hoy,
y dos, mi habilidad para sacar un primer plano de la columna.
Este verano está siendo totalmente desconcertante, con dos o tres días de mucho calor, uno o dos días calurosos pero nublados y después un par de días frescos y tormentosos, y así sucesivamente en sucesión, y la casualidad quiso que todos los domingos en que me tocó trabajar fuesen más para estar adentro viendo películas que para ir a la pileta, por lo que hasta ahora mis días laborales han sido más bien tranquilos. Pero hoy batió todos los récords. 
Como todos los domingos me levanté a las 9, desayuné y empecé a acomodarme despacito para irme al club. Una temperatura de 35° a la sombra y un sol que rajaba la tierra, a las 11:30 pasó el colectivo que me lleva hasta allá. Estaba todavía a media hora de camino cuando empezó a ponerse oscuro, como realmente oscuro. Los toldos y banderines de los negocios de la calle, las ramas de los árboles, la basura en las veredas, todo se movía agitado por el viento repentino. El colectivero apagó el aire acondicionado del coche y los pasajeros abrimos las ventanillas; corría un aire divino.
Llegué al club cinco minutos antes de que empezara la lluvia, gotones gordos y furiosos, los truenos estremeciendo el ambiente. "¿Para que viniste?" me preguntó el presidente del club cuando me vio llegar y se reía con sus ojos grandes todos achinados y llenos de arrugas. Yo también me reí (soy muy educada); llamó al guardavidas para decirle que se tomara el día libre y acordamos que si el tiempo no mejoraba para las dos de la tarde yo también me podía volver a mi casa. Eran la una menos algo del mediodía. Con la lluvia de fondo y el vientito fresco que me entraba por la ventana me senté a comer el almuerzo que me había llevado desde mi casa. A mitad de mi comida (arroz integral y bocaditos de espinaca rebozados) me paré a sintonizar la radio para escuchar algo que me mantuviera acompañada hasta el momento de irme o hasta que empezara a haber actividad en el club. Terminé dejando una radio que estaba pasando "Quiero ser agua fresca" de José Luis Perales; cuando éramos chicas Madre y Padre solían poner el cassete de "Grandes Exitos" en el estéreo del auto y nosotras éramos tres pitufas que nos sabíamos todas las canciones del cantante español. Después de esa canción empezó otra de él, una sobre un marinero en navidad (he aquí el video imperdible de Josecito cantando eso). Después de una tanda publicitaria, una canción en portugués y el almuerzo terminado, sonaron otros dos temas de Perales y empecé a sospechar que el musicalizador estaba nostálgico y antojado de escuchar coplas españolas.
Ya había dejado de llover y yo había empezado a escribir esta entrada cuando el presidente vino a decirme que ya eran las dos, que pensaba cerrar el club en un rato, que me cobrara el día completo y que me fuera. Así que eso hice; aún garuaba finito y soplaba viento y yo, vestida en musculosa y short porque cuando salí de mi casa hacía 35° a la sombra y había un sol que rajaba la tierra, estaba muerta de frío.

Para resarcirme como fotógrafa, una instantánea del barrio
mientras iba bajo la llovizna y muerta de frío a tomarme el colectivo para volver a mi casa. 
Media hora después estaba en el colectivo volviendo a mi casa muerta de calor. Despejó, secó y no corre viento, y el centro es un desierto soleado y árido donde los pocos peatones que andan tienen cara de que quieren tirarse a la sombra de un fresno y esperar a que el mundo sea un lugar habitable de nuevo.

Si no fuese de una falta total de tacto, le escribiría al presidente para reírme porque el tiempo nos tomó el pelo.

(Tengo 968 temas de música en mi celular y el reproductor puesto en aleatorio me tira "Ella y él" de Perales. Ni que lo hubiese hecho a propósito)

He aquí el cielo media hora después de dejar el club.
Quince minutos después no quedaba ni una nube en el cielo.

jueves, 15 de enero de 2015

61 ideas creativas y aleatorias para hacer en el 2015

Hay muchas cosas simples que me encanta hacer hacer: comer papitas saladas, bailar, cantar cuando voy escuchando música en el colectivo, leer sentada en el patio cuando aún no calienta el sol, caminar despacio cuando todos andan corriendo, hablar sobre lo que estoy viendo mientras miro una serie o una película (incluso aunque esté sola), tomar mate amargo... Otra cosa que me encanta hacer y que no puedo evitar es hacer listas. Listas de los mandados, listas de lo que tengo que hacer en el día o en la semana, listas de lo que quiero comprarme, listas de cosas pendientes (siempre larguísimas, no sé por qué será), listas de los libros que leí estando en la facultad y que me gustaría tener en mi biblioteca, listas de listas (como ésta que acabo de hacer ja). Como dije en la entrada anterior, este blog salió a la luz precisamente porque encontré en internet una lista de 100 cosas para hacer y simplemente no pude evitarlo, así que ahí nomás me puse a traducirla, retocarla y adaptarla para mí para ocuparme de ella en este año que comienza.

Así que como post (pónganle que) inaugural de Una maceta amarilla, he aquí mi lista de "61 ideas creativas y aleatorias para hacer en este 2015".


Mi lista en papel. Todavía no la pegué en mi diario pero pensaba
hacerlo hoy. *mira para el otro lado distraídamente*

  1. Hacé una lista con doce cosas que te saquen de tu zona de confort. Implementa una por mes, durante un año.
  2. Salí a caminar. Dibuja o haz una lista de las cosas que vas encontrando en las veredas. 
  3. Escribile una carta a alguien que quieras mucho y enviásela por correo. Pedile en la carta que te la responda por el mismo medio.
  4. Escribite una carta a vos mismo en el futuro.
  5. Encontrá un poema que te describa o que te toque. Reescribilo en tu diario.
  6. Pegá un sobre en tu diario. Llenalo con las cosas que encontrás por ahí durante una semana. 
  7. Exponete a un artista nuevo (visitá una galería, lee un libro, escuchá un disco, ve a alguien bailar) y escribí sobre lo que te produce. 
  8. Encontrá una foto de alguien a quien no conozcas y escribile una breve biografía.
  9. Dibujá tu bicicleta. 
  10. Durante un día, hacé una lista de todas las cosas rojas que ves. 
  11.  Hacé una lista de todas las cosas que comprás durante una semana.
  12. Hacé un collage.
  13. Dibujá un mapa de todos los lugares que visitás en un día.
  14. Grabá lo que sea que estés escuchando (ruido, música, conversaciones) y mandáselo a alguien.
  15. Tomate veinte minutos para comer una naranja.
  16. Sacale una foto a tu árbol favorito, imprimila y pegala en tu diario. 
  17. Escribí un haiku.
  18. Colgate cabeza abajo en una plaza.
  19. Fabricá un peluche.
  20. Leé un libro en un día.
  21. Ilustrá tu lista de la verdulería.
  22. Invitá a alguien a ir a las hamacas. 
  23. Leéle una historia en voz alta a un amigo.
  24. Escribile una carta a alguien que admires. 
  25. Elegí un desconocido y describí su rostro poéticamente.
  26. Prepará una comida basada en un solo color. 
  27. Hacé una lista con cien usos de una lata de gaseosa.
  28. Llená una página de tu diario con círculos y colorealos.
  29. Regalá algo que ames. 
  30. Describí tu cuarto favorito en detalle.
  31. Escribí sobre tu relación con tu lavarropas. 
  32. Dibujá todas las cosas que hay dentro de tu bolso/cartera/mochila.
  33. Hacé un mini libro basado en el tema "Mi lista de los mandados".
  34. Hacé una lista de los juegos de tu infancia.
  35. Alquilá una película en el videoclub y sentate a verla comiendo pororó y caramelos.
  36. Dibujá un mismo objeto durante siete días seguidos.
  37. Pegá una postal que represente una pintura o una fotografía dentro de tu alacena para verla (realmente verla) todos los días.
  38. Escribí algo en tu diario usando un medio poco convencional (crayones, fibras de colores, pluma y tinta china).
  39. Investigá una celebración o ritual de otra cultura. 
  40. Hacé un mapa de los lugares en los que amás ir a sentarte y regaláselo a alguien que quieras mucho.
  41. Escondé un mensaje para alguien querido en algún lugar de la ciudad y dale las indicaciones para que pueda encontrarlo.
  42. Hacé la lista de las diez cosas más importantes para vos (sin contar personas ni animales).
  43. Hacé la lista de las quince cosas que te gustaría intentar alguna vez.
  44. Pegá en tu diario una foto de vos siendo niño que te guste mucho.
  45. Escribí algo en tu diario en letras realmente grandes. 
  46. Pasá todo un día sin internet y escribí sobre el efecto.
  47. Alterá físicamente alguna página de tu diario (recortala, manchala, quemale los bordes).
  48. Escribí en tu diario sobre algo secreto. Cortá la página en pedacitos y volvela a pegar en el diario, rearmada. 
  49. Elegí tres palabras que te gusten y transcribí las definiciones que encontrés en diccionarios o enciclopedias. 
  50. Creá una imagen usando puntos y círculos.
  51. Escribí las instrucciones para una tarea simple de todos los días.
  52. (a) Buscá una foto o imagen y alterala dibujándole encima. (b) Escribile una carta a alguien usando un medio poco convencional. **
  53. Combiná dos actividades que no habías combinado antes.
  54. Escribí sobre tu día a modo de enciclopedia (por ejemplo, organizado por tema).
  55. Hacé una lista de todas las cosas que hacés para escapar. 
  56. Recortá dos hojas de revista en rectángulos o círculos (o en la forma que prefieras) y hacé un collage con los recortes. 
  57. Escribí un texto en código.
  58. Escribí tu propia definición de alguno de estos conceptos: sentarse, esperar, dormir; sin usar la palabra.
  59. Ilustrá la idea "simplicidad".
  60. Hacele un regalo de algo poco costoso a alguien que no lo está esperando.
  61. Copiá o fotocopiá esta lista y dejala en algún lugar público para que alguien más la encuentre.

** Pasando la lista del papel a la compu me di cuenta que había puesto el número 52 dos veces. Muy triste, porque prefiero los números impares y 61+1 ya no lo es. *suspiro* 


miércoles, 14 de enero de 2015

Esto no es un blog serio

Claramente esto no es un blog serio. Principalmente porque salió así como salió, inesperadamente, aprovechando unas ganas repentinas de hacer cosas que me entraron al cruzarme en la red con dos posts inspiradores: uno de Keri Smith sobre 100 ideas aleatorias para hacer y uno de Judith Tirad sobre los 12 retos que se propone a sí misma para este 2015

Como pasa siempre que uno tiene algo más importante a lo que tendría que estar dedicándose (léase: mi tesina para por fin recibirme de comunicadora social), ayer me senté a merendar e hice mi propia lista de aleatoriedades para hacer, pensando en que quizás, a lo mejor, si me pintaba, podía abrir un blog y escribir sobre cómo voy cumpliéndolas. Era una excusa tan buena como cualquier otra para ponerme a escribir y publicar, porque hace mucho que tengo ganas de eso pero no encontraba sobre qué, y no hay nada peor que arrancar un blog sin saber para qué lo estamos haciendo. Acabé mi lista y la releí satisfecha, sintiendo en todo el cuerpo las ganas de ponerme en movimiento.

Después de eso sólo me faltaba el blog.

Ni siquiera tenía un buen nombre que ponerle. Jugué con algunas posibilidades que se me ocurrieron y de pronto había quedado "Una maceta amarilla". No es un gran título pero me sienta bien, colorido, alegre y básicamente traído de los pelos, como esta idea loca de volver a la red después de muchos intentos más o menos fallidos a lo largo de los años, firmado por primera vez con mi nombre real y dedicado a nada en especial. Quisiera decir que va a ser un blog inspirador, de esos que te dan ganas de ponerte a intentar algo nuevo, que te animan a cumplir tus sueños o que te cuentan cómo si ellos pudieron vos también podés, pero nada más lejos de eso: ni me siento modelo de nada, ni sé cómo cumplir mis sueños, ni sé qué es lo que quiero ni si voy a poder hacerlo. Pero me sobran ganas de escribir y tengo la cabeza llena de cosas aleatorias que piden una vía de escape, así que espero que Una maceta amarilla y yo lleguemos lejos y nos divirtamos juntos. Y de paso, espero consiga hacerte sonreír de vez en cuando, que es una de las cosas más lindas que alguien puede regalarle a otra persona. 

Por si alguien se lo pregunta, no tengo ninguna maceta amarilla, aunque ahora que he repetido la frase tantas veces estoy deseando ir a comprarme una. De hecho no tengo ninguna maceta en absoluto y ni siquiera soy dueña de ninguna planta; los dos cactus de mi propiedad se los di a mi madre para que los cuide y la mitad de las veces me olvido de regar las plantas de mi novia cuando me lo pide.

Las plantas de Novia. Estoy haciéndoles de niñera mientras ella no está,
espero que sobrevivan a mis cuidados.

En resumidas cuentas y medio desordenadamente, así es como llegué hasta acá. ¡Gracias por sumarte al paseo! Nos vemos por ahí.