lunes, 21 de septiembre de 2015

E de espejo


"Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte."
- Bolero, Julio Cortázar 

Bailar nos acostumbra a vernos en el espejo. Parados delante de un vidrio que nos refleja, somos lo que vemos en ese salón invertido que nos devuelve el reflejo. Nos vemos con ropas ceñidas al cuerpo, sin maquillaje ni joyas ni alhajas, el pelo recogido y los ojos abiertos, y no queda más que aceptar que así, eso que vemos, somos. Y no hay complejo que valga porque el cuerpo está ahí y el espejo te obliga a mirarte, a ver a otros y, también, a exponerte a las miradas. 

Pero a veces hay más...

Mirarme en el cristal y verme repetida y superpuesta, mis existencias una sobre y dentro y encima y fuera y al costado y arriba de la otra. Y ni siquiera estar hablando de vidas pasadas o de vidas posibles sino de ver, en el espejo, la mamushka que soy. Mirarme y reconocer a la niña de las muñecas y los cuentos, a la niña risueña, a la niña mimada, a la niña que no sabe qué hacer cuando la molestan, a la niña ignorada, a la niña hermana, a la adolescente tímida, a la adolescente insegura, a la adolescente dolida, a la adolescente sola, a la adolescente indiferente, a la adolescente libre, a la adolescente cuentista, a la adolescente huérfana, a la joven inquieta, a la joven entusiasmada, a la joven caprichosa, a la joven solitaria, a la joven amiga, a la joven perdida, a la joven feliz, a la joven que busca, a esta persona cada día un poquito menos aferrada y más segura que soy. Y somos todas la misma, como capas de una misma tierra ancestral y me veo (nos veo) y me reconozco y me duelo y me quiero y la imagen me devuelve una sonrisa partida en mil fragmentos.

Acepto el caos que fui, que soy y que posiblemente siempre seré  y le doy la mano a la persona que desde el reflejo me extiende la suya. 

No fue fácil ni va a serlo pero vamos a estar bien.



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