martes, 28 de abril de 2015

Supernova


Todo, absolutamente todo en este Universo es energía. El sol, el aire, la tierra, el agua, el fuego, los animales, las plantas, nosotros, todos estamos compuestos por energía en movimiento.

A veces la energía no puede más de tan concentrada que está y explota impresionantemente, llevándose todo por delante, destruyendo (y constituyendo) sistemas enteros. Simplificando enormemente, eso es una supernova; la explosión de una estrella, debida posiblemente a alguno de estos dos fenómenos: un exceso de masa que ya no puede desarrollar reacciones termonucleares en su núcleo y que es incapaz de sostenerse por la presión de degeneración de los electrones, lo que la lleva a contraerse y explotar en una enorme emisión de energía, o una enana blanca que recibe demasiada masa de su compañera, supera un límite-de-no-se-qué-cosa y procede a la fusión instantánea de todo su núcleo, generando una explosión termonuclear que expulsa casi todo, o todo, el material que la formaba (no es que yo sepa mucho de estas cosas, pero algo así explica Wikipedia)

La energía que genera una supernova es tan potente y tan veloz que a veces puede percibirse desde la Tierra a simple vista, durante un par de días, en el espacio negro donde antes, para nuestro ojo humano, "no había nada".


Salvado todas las distancias, me siento como una estrella a punto de colapsar y desintegrarme en millones de fragmentos disparados a la velocidad de la luz por todo el Universo. Me sobran ganas de hacer cosas, me sobra energía para hacer cosas, me sobran anhelos e ideas y mi cuerpo y mi cabeza no alcanzan a moverse a la velocidad que mis células quisieran hacerlo. Mi mente se dispersa constantemente en decenas de direcciones y necesito hacer un esfuerzo enorme para volver una y otra vez a concentrarme en las contadas cosas que requieren mi atención completa y con urgencia, asuntos que tienen que resolverse antes de que toda yo pueda vagar por nuevos caminos: recibirme, resolver el tema de la cobertura de salud, tener un ingreso fijo (¿buscar y conseguir un empleo? ¿o generarlo? ¿dónde? ¿y de qué?; con sólo ese tema me fragmento en mil). Pero no contenta con eso sigo generando cosas para hacer, me entusiasmo con algo, le meto a eso, me olvido, lo abandono, sigo con otra cosa, soy un cúmulo de proyectos inconclusos e ideas llamativas como espejitos de colores que, lo siento, en cualquier momento va a explotar como una estrella en la profundidad del cosmos.


Y después... 

después de esa explosión no sé qué va a quedar.

Espero que algo limpio, prometedor, nuevo, bello.




Así dice la gente del Discovery Channel que explota una estrella.
Hasta pensándolo metafóricamente, desintegrarse así da miedito.


miércoles, 15 de abril de 2015

Mientras tanto, no busques trabajo.


"No busques trabajo. 
Busca una vida de la que no quieras retirarte jamás".


Soy un ser en búsqueda. En un montón de aspectos; uno de ellos, y uno de los que más me moviliza y me angustia y más me obsesiona, es el aspecto laboral. 


El 15 de septiembre de 2014, exactamente catorce días después de mi cumpleaños número 26 y cinco meses y medio antes de quedarme sin cobertura médica familiar por haber pasado el límite de edad que establece la legislación al respecto, terminó mi último contrato de trabajo. No era un gran trabajo: era pasante administrativa en una escuela terciaria municipal, gracias a un convenio entre la Universidad y la Municipalidad (que también existe entre la Universidad y algunas empresas privadas, que pagan mucho más que el sector público) que genera puestos de trabajo para estudiantes, empleos de 20 horas semanales, de un año y seis meses como máxima extensión. La mayoría de las veces no son grandes trabajos, más bien oportunidades que aprovechan el Estado y las empresas para contratar estudiantes para tareas varias en lugar de asumir el compromiso y el costo de contratar a una persona fija. En mi caso, lo único que tenía que hacer era escribir mails, atender el teléfono, inscribir a los alumnos cuando tenían mesa de examen, tomar asistencia, sonreír y tener paciencia. Nada que ver con la carrera que estudio, pero eso a la Universidad no le importa y a los empleadores menos. A nosotros, los estudiantes en general, nos sirve porque nos permite estudiar y hacer algo de dinero mientras tanto.

A mí en particular, me sirve (me sirvió) porque dinero claramente necesito para vivir pero, debo admitir, hay algo que me pone de los pelos y es el mero hecho de pensar que mi vida, de lunes a viernes (o a sábados, incluso), durante entre 8 y 12 hs. puede pertenecer a alguien más que no se a mí misma.

No es que sea vaga, no, para nada (bueno, quizás un poquito sí, pero vaga en algunos aspectos nomás; algún día me explayaré al respecto). Tampoco (mucho menos) es porque no me guste trabajar; todo lo contrario, pocas cosas detesto tanto como sentirme inútil. Pero si hay algo que detesto mucho más que eso es el sentimiento de que mi tiempo no es mío; de que primero viene el trabajo, la necesidad y la obligación irrefrenable e irrenunciable de ganarse la vida como sea, y después, en algún lugar detrás y a la sombra de eso, vengo yo, con mis sueños, mis deseos, mis aspiraciones y mis antojos de hacer de mi vida lo que quiera.

La verdad es que no se bien qué es lo que quiero, laboralmente hablando (de acuerdo, voy a ser sincera: ni laboralmente ni generalmente hablando). Trabajaría 12 hs. de ser necesario o de presentarse la oportunidad, si el trabajo que realizara me llenara de satisfacción; si fuese algo que me impulsara a salir de la cama en las mañanas y que me hiciera sentir viva, si me presentara desafíos para enfrentar, resolver y crecer. Mientras tanto, mientras tengo la posibilidad de vivir en casa de mis padres y de elegir, elijo. Y elijo escuchar a mi corazoncito inquieto que me dice que hay cosas a las que no quiere (no está dispuesta a) renunciar (todavía). Porque quiero seguir bailando y entrenando y ensayando seis meses para subirme a un escenario quince minutos, una vez cada cientos de días. Quiero seguir volando colgada de una tela, quiero seguir teniendo tardes enteras para mis amigas, mi familia o mi novia, quiero tener ratos para escribir, para leer, para mirar series, para tomar mate conectada conmigo misma, para pasear. No parecen grandes aspiraciones pero son cosas que amo y que hacen a lo que soy. 

Y mientras tanto de algo hay que vivir. Desde que en Diciembre agoté mis ahorros (mis preciados ahorros que eran para viajar y que terminaron pagando mis facturas) cosas he intentado. Me he suscripto a montones de páginas de búsquedas laborales y he mandado curriculums varios, aunque no tantos ni tan sistemáticamente como ha hecho Sis, que es una máquina y en cuatro meses consiguió empleo nuevo. O sea: lo hice un tiempo pero lo reconozco, estoy mal dispuesta, y cada curriculum para trabajo de oficina de 8 hs. lo mandaba pensando que no quería trabajar ahí así que, ¿qué posibilidades reales había de que me llamaran? El Universo escucha y obedece los más profundos deseos, y los míos no sé hacia qué dirección iban, pero doy por descontado que no iban hacia ahí.

Alicia: ¿Qué camino tomo?
Gato de Chesire: ¿A dónde quieres ir?
Alicia: No lo sé.
Gato: Entonces no importa.

(Lewis Carrol, "Los libros de Alicia")

Mientras tanto (mientras intento escribir la tesina que me permita recibirme, mientras busco mi vocación, mientras me busco a mí misma, mientras trato de desmadejar el caos que es mi cabeza, mientras tanto) busco y pruebo cosas. Cada vez que estuve al límite (los últimos pesos de mis ahorros, los últimos días de trabajo, las últimas lágrimas acostada en el diván de mi psico), el Universo me guiñó un ojo y me dio un respiro. En enero trabajé los domingos en un club de barrio, en febrero y marzo escribiendo reseñas para una página web (el sitio es Yelp Rosario y pueden ver mis reseñas acá) y en abril estaba empezando a desesperarme de nuevo (y mucho) cuando recordé que en algún momento me había propuesto vender lencería por catálogo y nunca lo había hecho. En una acción intempestiva muy poco propia de mí, una tarde en el centro cuando ya estaba por tomarme el cole para volver a mi casa entré a una casa de lencería mayorista, pregunté el precio de los catálogos y me compré un par sin pensarlo dos veces. Así que ahí ando, intentándolo, mientras tanto.

Con la perspectiva de un ingreso más o menos considerable y más o menos regular, mi cabeza se relajó y no sólo respiro más tranquila sino que de nuevo me siento con ganas de probar cosas, buscar caminos, mientras tanto. Que es el aquí y ahora en el que estoy parada y que se siente bien cuando no me gana la angustia por el dinero. Nietzsche decía: “Si, en todo lo que quieres hacer, empiezas por preguntarte: ¿estoy seguro de que quiero hacerlo un número infinito de veces?, esto será para ti el centro de gravedad más sólido”. Y yo sé qué es lo que NO querría hacer un número infinito de veces, y también sé cuáles son algunas de las cosas que sí. Ahora sólo me queda encontrar cuál de todas esas cosas o qué cosa nueva, además de darme alegría y placer me permite vivir. Pequeña búsqueda. Lo importante es no detenerse, porque el movimiento nos recuerda que estamos vivos y porque las oportunidades nos tienen que encontrar, precisamente, trabajando.

Como dijeron muchos en muchas oportunidades, pero que Risto Mejide expresó a la perfección:

"No busques trabajo. [...] Mejor búscate entre tus habilidades. Mejor busca qué sabes hacer. Qué se te da bien. Todos tenemos alguna habilidad que nos hace especiales. Alguna singularidad. Alguna rareza. Lo difícil no es tenerla, lo difícil es encontrarla, identificarla a tiempo. Y entre esas rarezas, pregúntate cuáles podrían estar recompensadas. Si no es aquí, fuera. Si no es en tu sector, en cualquier otro.

[...] No busques trabajo. Mejor busca a un ingenuo, o primer cliente. Reduce sus miedos, ofrécele una prueba gratis, sin compromiso, y prométele que le devolverás el dinero si no queda satisfecho. Y por el camino, gánate su confianza, convéncele de que te necesita aunque él todavía no se haya dado cuenta. No pares hasta obtener un sí. Vendrá acompañado de algún pero, tú tranquilo que los peros siempre caducan y acaban cayéndose por el camino.

Y a continuación, déjate la piel por que quede encantado de haberte conocido. No escatimes esfuerzos, convierte su felicidad en tu obsesión. Hazle creer que eres imprescindible. En realidad nada ni nadie lo es, pero todos pagamos cada día por productos y servicios que nos han convencido de lo contrario.
Por último, no busques trabajo. Busca una vida de la que no quieras retirarte jamás. Y un día a día en el que nunca dejes de aprender. Intenta no venderte y estarás mucho más cerca de que alguien te compre de vez en cuando. [...]
No busques trabajo. Sólo así, quizás, algún día, el trabajo te encuentre a ti."
(El texto completo, acá)
(Y otro texto de Mejide para sacudirte, acá. El título lo dice todo: "A qué esperas". Sin comentarios, vale la pena leerlo)



PD: Si alguien que está leyendo esto es alumno de la UNR y nunca en su vida se enteró que puede aplicar a pasantías, o si se enteró pero no sabe cómo es el asunto, he aquí el enlace al Centro Universitario de Pasantías. De nada ;)

lunes, 6 de abril de 2015

19 cosas que hacer vos sola

Paseando de página web en página web (sí, lo admito, a veces frecuentemente lo hago porque me puede) encontré una lista que se llama "Fun Things to Do by Yourself", que significa algo así como "Cosas divertidas que hacer a solas" (por si hace falta aclararlo: ¡mal pensados abstenerse!).

No soy una persona solitaria pero sí alguien que disfruta mucho de pasar tiempo sola. En silencio o con música que me guste, que puede ir de Chopin a Rhianna dependiendo de mi estado de ánimo y del tiempo, leyendo, mirando series o películas, ordenando o limpiando, haciendo compras, caminando sin apuro por la ciudad, jugando con mi perra (Fiona, se las presento acá; pd: la amo), tirada en la cama pensando en todo y en nada a la vez, tomando mate, escribiendo. Si supiera tocar la guitarra creo que esa sería otra de mis actividades; y por el otro lado, aunque amo bailar, sola nunca lo he hecho. De adolescente más que ahora, incluso con propuestas de amigos para estar con gente, a veces prefiero mi pequeña burbuja. Aún más, me pasa de estar efectivamente con gente y que lo que más quiera es separarme del mundo y tener un rato para mí, sin otra cabeza más que la mía.

Por eso el título de esa lista me atrajo inmediatamente. Y es tan genial que se las comparto, traducida y retocada, para la que se anime a pasar un ratito sin nadie más que sí misma. No siempre es fácil, sobre todo cuando tenemos la cabeza cargada de cosas y entonces la soledad nos lleva a pensar de más en todas las cosas que no nos hace bien pensar, a enredarnos en nuestros sentimientos confusos, a enroscarnos en situaciones a las que no le vemos solución, a excavar en memorias tristes oangustiantes que nos ponen de un humor gris y melancólico. Son esos momentos en los que nuestra primera reacción es rodearnos de ruido y gente y cosas para no pensar, cuando a veces lo mejor sería aplacar todo lo que viene de afuera para reconectarnos con esa parte de nosotras que tiene algo para decirnos aunque simplemente sea "estoy acá, quiero ser tu amiga y podés contar conmigo".

En fin, he aquí la lista, con actividades para todos los gustos y ciertamente para todas las edades. Yo ya me apunté algunas para hacer a la brevedad. 

  1. Andá a ver una película triste y embarazosa. De esas películas que no irías a ver con nadie porque a) se reirían de tu elección b) te mirarían de reojo cada 5 minutos para ver si ya estás llorando c) a la salida del cine te dirían que fue un desperdicio pagar $60 por eso, y fundamental d) te da vergüenza admitir que tenés todas las ganas de ver esa película.
  2. Viajá a algún lugar nuevo. No tienen que ser muchos días, ni siquiera tiene que ser lejos, puede ser esa ciudad pegada a la tuya a la que nunca fuiste; lo que cuenta es que sea un lugar nuevo para vos y que vayas sin compañía. Para ver lo que quieras ver, hablar con quien quieras hablar, conocer lo que quieras conocer y explorar a tus anchas. 
  3.  Salí a cenar. Llevate ese libro que no podés dejar de leer y ordená algo rico sólo para vos. Y que no te importe si otros te miran, estás en una cita con vos misma y es tan valioso como estar ahí con alguien más.
  4. Recorré un museo. Sin ningún compañero que rezongue porque lo último que quiere hacer es ir a un museo, sin guías que te expliquen qué es lo que se supone que estás viendo y sin nadie que te apure para moverte a la siguiente pieza. 
  5. Regalate un día en un spa o unos masajes. Ni falta hace que te diga de qué va esta opción.
  6. Perdete en una librería. Mejor si es una grande. Entrá sin horario de salida, mirá todo lo que quieras mirar, leé las contratapas de los libros que te interesan, pispeá las hojas dentro y cuando encuentres un libro que te atrape sentate en el rinconcito que encuentres y ponete a leer. 
  7. Ponete al día con alguna serie. ¡Maratón de tu serie favorita! Para verla de la manera que más te guste y disfrutarla sin nadie pidiéndote que dejes de sufrir, que realmente nada de lo que pasa es tan grave.
  8. Andá a un concierto gratis. En todas las ciudades, no importa el tamaño, cada tanto hay algún espectáculo musical gratis o relativamente económico para ver. Puede ser en una plaza, en un centro cultural, en algún bar o café concert. Si vas sola vas a pasar más tiempo escuchando y disfrutando la música antes que hablando con otro, comentando lo que ven y lo que escuchan y lo que hace la gente a su alrededor.
  9.  Andá a un karaoke a cantar. Ok, no sé si yo me animaría ¡pero sería genial! Subirte a un escenario delante de completos desconocidos y cantar con toda la fuerza de tu alma y de tus pulmones como si fueses Gloria Gaynor o como si estuvieses en la ducha. Y que no te importe nada.
  10. Detenete a mirar la gente pasar. Andá a un lugar público, como un parque o un shopping, sentate en un rincón tranquilo y dedicate a mirar a la gente que pasa por ahí. Prestá atención y quizás después de un rato, además de encontrar escenas interesantes o graciosas empieces a pensar en cosas que nunca antes habías pensado.                                    ....................................................................................................................................................
    A veces yo lo hago, a eso de salir sola y detenerme. Este día en especial
    había salido con un libro de Clarice Lispector en la mochila y me senté a leerlo frente al río,
    un día de semana, en mi parque favorito. Gracioso que el libro justo se llamara así. Muy justo todo.
  11. Tomate algunas selfies. Ponete algo que te guste o que te resulta gracioso o que te compraste y que nunca te animaste a usar (si preferís, robale algo a tu hermana de su placard) y sacate fotos sin vergüenza ni prejuicios como si fueras una adolescente de quince años en el baño de un boliche. Total nadie más tiene que verlas, ¿cierto? 
  12. Completá un proyecto que venís posponiendo hace rato. Sea actualziar tu CV, buscar trabajo, darle forma a un emprendimiento nuevo, terminar ese cuento o novela en el que venís trabajando hace tanto, lo que sea. Encontrá un lugar tranquilo (tu sala, tu boutique café preferido, el bar de la esquina de tu casa) y ponete con eso hasta terminarlo.
  13. Retá a tu mente. Con lo que sea: un crucigrama, un sudoku, si estás inspirada incluso con un Cubo de Rubik. Y proponete no abandonar hasta tenerlo resuelto (y cuando lo resuelvas, se me ocurre, ¡premiate!).
  14. Pasá un rato en la naturaleza. No hace falta que te vayas hasta las sierras de Córdoba, sólo hace falta que sea un lugar natural y tranquilo; con un rato junto al río o en la parte más verde y linda de tu parque favorito alcanza. Detenete a observar la vida a tu alrededor y llenate de ella.
  15. Experimentá en la cocina. Sin más chef, juez ni comensal que vos misma, sacá a relucir tu cocinera interior y probá hacer ese plato que nunca te animaste a cocinar. ¡Y que salga lo que salga!
  16. Mirá las estrellas. En la ciudad no se ven mucho, pero aún así... tirate de panza al cielo y maravillate de lo pequeños que somos comparados con el resto del universo.
  17. Probá una actividad física nueva. Tengo demasiadas amigas que no han empezado el gimnasio ni clases de baile ni acrobacia porque no tenían a nadie que los acompañara. ¡Vamos gente, estamos grande! Y por experiencia propia digo: pocas cosas se disfrutan tanto como empezar una actividad sola, llena de miedos e inseguridades y después de un par de clases comprobar que al final no era tan terrible, que podemos hacerlo y que hay un montón de gente como nosotros disfrutando de lo mismo.
  18. Salí de compras. Personalmente detesto ir a comprarme ropa (o lo que sea) arrastrando a alguien conmigo. Salí sin nadie más que vos y dedicate el tiempo que necesites a entrar a los negocios, consultar precios y probarte cosas, socializar con vendedores y elegir lo que más te guste.
  19. Tomá un baño largo y caliente. Y si la casa está sola mejor, para que nadie te golpee la puerta diciendo que necesita el baño.

En resumidas cuentas: animate a convertirte en tu amiga y compañera, que después de todo, somos la única persona que va a estar siempre con nosotras, hablándonos y tratando de cuidarnos del mundo y de nosotros mismos. 



Otro video que no tiene nada que ver con nada, pero Regina
Spektor es rara y me gusta y esta canción la escuché como cuatro veces
mientras escribía esta entrada. ¡Disfruten!