domingo, 24 de julio de 2016

Amarras

Hace frío y noche y la ciudad ya empieza a entonar una nana que suena a neumáticos mojados rodando sobre el pavimento y a pasos cansados y a televisores ronroneando su hipnótica canción.

Hace frío y lluvia y mi cabeza cansada no puede parar de pensar. Abrí los ojos hace un instante a contramano de un hemisferio que los cierra pero pareciera  que nunca hubiese dormido. El cuarto me da vueltas alrededor y por dentro algo se siente como si se estuviese yendo, flotando a la deriva irremediablemetente fuera de mi alcance.

Duele.

Hace frío y sal. Es un reconocimiento repentino que asusta por contundente y crudo. Ya no somos lo que éramos y sin embargo no puedo reconocer cuál fue el instante en el que el lazo invisible se desató para dar(nos) espacio de ser, separados.

(Tenía que pasar, y sin embargo...)

Tal vez por eso duele.

Hace frío (hacía) pero me falta el aire y no puedo respirar.

La angustia me llena y escapa a borbotones por los ojos que no encuentran un punto en el que fijarse para que por fin el espacio deje de agitarse. Todo se siente distinto:
el cuarto azul la cama
los libros
las fotos
las motas de polvo que flotan
el aire.

A mi lado duerme un perro que rezonga en su inconciencia y se acomoda más contra mí dándole calor a mi tristeza fría. La mano que acaricia su pelaje dorado y sedoso es lo único que me mantiene anclada a un mundo que siento me está disparando hacia afuera, lejos del capullo en el que me tenía protegida. Es un movimiento suave, el de la mano; un arrullo.

Me dejo llenar por la calma que me da el animal dormido.
Quizás tenía que ser así: la pérdida
el reconocimiento
el duelo,
todo junto en un solo temblor violento que me recuerde que siempre habrá ciertas cosas fuera de mi control
(y que el tiempo, pequeña, no se detiene ni pasa: nos sobrevuela, arrasando todo lo que quiere a su paso sin pedir permiso).

(Que la vida no nos pertenece, en fin: que nosotros pertenecemos a la vida).

Me dejo llenar por la calma y suspiro, de pronto sabiendo que no hay quizás en esta historia, si todo ya ha sido dicho:
tenía que ser así, porque puedo.
El resto está aún por escribirse...