lunes, 14 de septiembre de 2015

C de caer




Los niños aprenden a caminar tropezando y cayendo. Ven algo, lo quieren; ven a alguien, quieren llegar hasta él. Entonces se levantan sobre sus piernitas chuecas e inestables, se agarran de lo que encuentran cerca -la pata de la mesa o el borde del mantel, da lo mismo- y como pueden dan unos pasos tambaleantes hasta que la gravedad y la falta de fuerza y la poca práctica hacen lo suyo y los devuelven al suelo.Aterrizan con las manitos regordetas o con el pañal, nunca con las rodillas, nunca con la cabeza, nunca mal, y cuando recobran el sentido de la ubicación y el equilibrio lo intentan de nuevo. No se frustran, no se cansan, no se enojan, no tienen miedoSimplemente lo hacen porque intentarlo y caer y volver a intentarlo es lo más natural del mundo.
Es la única manera de aprender.   

Mientras nos transformamos en adultos perdemos muchas cosas, como la capacidad de jugar o de imaginar, y en cambio ganamos otras, como responsabilidades y miedos. Miedos irracionales a cosas naturales, como por ejemplo a caer.

Y no nos animamos por miedo a caer. No nos arriesgamos por miedo a caer.
No crecemos por miedo a caer.

Cuando caer es lo que hace falta para que la próxima vez sea mejor.



"Giren, giren, con los brazos abiertos. Giren sin miedo que más lejos del piso no van a ir".


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