La distancia no la miden los cuenta-kilómetros
sino los anhelos y las ansias...
Se puede estar en mil lugares al mismo tiempo sin estar realmente en ninguno.
Descentrada, lejos de mi núcleo.
A veces tan extraña, tan no-yo,
y mi esencia perdida en lugares a los que no sé llegar.
No sé cuando me perdí.
Los kilómetros me separan de mí en todas direcciones, hacia adentro y hacia afuera.
La brújula extravió el norte y el bastón no pisa tierra firme hace tiempo.
Perdiendo el rumbo y el equilibrio,
avanzando con pasos tambaleantes,
buscando la guía.
Entre tanta bruma, saber que es momento de hacer las paces conmigo misma y con el mundo y pedirle a la cabeza volver
a donde el cuerpo la espera.
Ser toda yo donde sea que esté y volver a respirar como antes,
llenar los pulmones y gritar que de nuevo estoy en el camino.
Que el presente reúna la geografía, los pensamientos y el sentir,
recoger las piezas y estar completa otra vez.
Integrarme.
Y que el próximo colectivo no sea una huida sino un partir,
completa,
hacia ese lugar en el que quiero estar.
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