sábado, 14 de enero de 2017

Podemos volver a nombrarlo todo

Podemos volver a nombrarlo todo.
Caminaríamos por las quebradas, entre los cerros como dos Evas primitivas,
y no los llamaríamos "cordillera" sino "mimos de Dios" con nombres imposibles de pronunciar
que significarían "te amo" y "te elijo" en un idioma completamente nuevo.
Podemos volver a nombrarlo todo,
y entonces tu mano pequeña y suave que dibuja el paisaje sería parte de mí por definición de diccionarios inventados, y su función sería latir sobre mi pecho, porque las manos latirían, también, en ese mundo de cosas renacidas que estaríamos creando entre las dos.
Podemos volver a nombrarlo todo.
Yo daría nombres que empezaran con M a todos los valles y le daría a las cosas más inmensas definiciones bien chiquitas
y haría caber mundos enteros dentro de las gotas del rocío del atardecer.
Vos nombrarías los árboles con silencios y con risas y serían nombres tan bellos que, incapaz de reproducirlos, los traduciría en lágrimas mudas e incontenibles bajo el cielo azul océano salpicado de estrellas.
Y las emociones serían verbos y las sensaciones, colores,
y las nubes serían gráciles y las caricias etéreas y el río fuerte y el viento manso,
y se nos acabarían las palabras cuando llegara el momento de nombrar a los prejuicios o a las culpas, porque lo que no se nombra no tiene peso ni sustancia y poco a poco se apaga, hasta extinguirse.
(Extnguiría todo eso, por vos, si me dejaras).
Y vos ya no serías vos
y yo ya no sería yo
aunque siguiésemos siendo las mismas
y nos reconoceríamos por los ojos y por el alma
y no por las palabras que decimos o que no nos animamos a decir.
Ya ves... podemos volver a nombrarlo
todo
de nuevo.


***
Este texto salió a partir de las lecturas que estoy haciendo en el taller de escritura de viajes Norte de Papel. Pueden pedir más info del taller acá: eme@maitenacaiman.com 

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