jueves, 19 de marzo de 2015

Habemus idea o sobre la inspiración repentina


Se me ocurrió una idea.

No, no es ponerme con la Tesina (aunque es una buena idea que me ronda en la cabeza). Ni es recibirme (aunque esa también). 
No tiene nada que ver con la decisión que creo que necesito tomar de la de la que hablaba en la entrada pasada y que me ponía tan mal.
No tiene que ver con la búsqueda de trabajo en la que ando inmersa, esa de la que me ocupo algunos días con más énfasis que otros.
Ni tiene que ver con la lista de 61 ideas creativas ni con mis 12 retos personales para este año.

O a lo mejor tiene que ver con todo eso de alguna forma indirecta y tangencial porque, si vamos al caso, tiene que ver conmigo y en este momento yo soy todas esas cosas.


Cuestión: el que más o menos me conoce sabe que desde hace años soy una reincidente en eso de leer artículos sobre como lograr la independencia económica, empezar tu propio negocio sin invertir un capital inicial o con poco dinero, encontrar tu pasión y tu potencial y ponerlo a trabajar para vos, ganar dinero en Internet, vivir de lo que te gusta y cosas así. Cada vez hay más blogs y páginas web que hablan sobre eso desde diferentes perspectivas y cuando arranco a leer sobre el tema, me pierdo. Literalmente. Paso horas leyendo, tomando notas, abriendo enlaces.

La verdad es que me encantaría ser una más de esos emprendedores que encontraron lo que les gusta, consiguieron transformarlo en una fuente de ingresos y viven de eso, libres, sin horarios y sin oficinas y sin estar obligados a anclarse en un lugar físico.

(Estoy tan emocionada que escribo rápido, se me entremezclan las letras y las ideas y no veo la hora de llegar al final de este post).

En mis largos años de ir y venir con estos temas, nunca pude encontrar una materia que me hiciera decir: "yo puedo arrancar por ahí". La teoría está divina, he leído mucho más de lo que voy a admitir y sin embargo siempre termino en ese callejón del que hablé algunos días atrás: la página en blanco que me inmoviliza, toda la teoría y después ¿qué? ¿por dónde empezar a hacer algo?

Hoy fue uno de esos días en los que leí y leí y leí. O sea: arranqué por entrar a páginas de trabajo, arreglar mi CV, aplicar a puestos, y después me dije que me iba a tomar un ratito para mí. Arranqué por un enlace que tenía en un mail (estoy suscripta a montones de blogs sobre el tema de emprender) y terminé pasando casi tres horas de saltar de un artículo a otro; les paso a continuación el historial de mis lecturas de hoy porque explican cómo llegué a dónde estoy y porque quien sabe, quizás a alguno le sirva:

  1. 12 Hábitos para un gran 2015
  2. Cómo empezar un negocio propio sin dinero
  3. Ingresos pasivos para viajar por el mundo
  4. Ingresos pasivos para principiantes
  5. Iniciá tu negocio mañana (el mundo lo necesita)
  6. ¿Por qué renuncié a mi trabajo para vivir como nómada digital?
  7. Cómo viajar y trabajar por el mundo (ser un nómada digital)

Estaba leyendo el último de los artículos cuando, a mitad de la lectura, se me ocurrió una idea. No se si alguna vez les pasó pero es una de las cosas más maravillosas que existen: estás leyendo o pintando o escuchando música o limpiando o duchándote o hamacándote en el parque o mirando el río o lo que sea, y de pronto te iluminás. Estanislao Bachrach en "Ágilmente" (libro que recomiendo fervorosamente; si no lo tenés o no sabés dónde conseguirlo, he aquí una charla del TEDx Rosario de él y una nota de la revista Brando), decía, nuestro amigo Estanislao llama a este proceso "tener un insight": cuando tu cerebro está relajado, dos o más ideas que ya estaban en él pero que nunca antes habías conectado se te presentan juntas y todo adquiere sentido. Después, obviamente, esa idea nueva requiere elaboración para que funcione en el marco donde la queremos aplicar, pero ese momento de inspiración, eso tan difícil de aprehender, es lo que inicia todo el proceso. 

Si nunca les pasó deseo de corazón que un día lo experimenten. Cuando me pasa todo mi cuerpo reacciona (lo estoy sintiendo ahora, mientras tipeo a la velocidad de la luz): sonrío (en serio, literal, mostrando los dientes y todo), pienso en lo genial que es todo y me da risa, hablo sola, exclamo en voz alta y me felicito por haber tenido una idea tan genial, siento cosquillas en la boca del estómago que me sacan el hambre pero de una buena manera y las manos se me aceleran queriendo plasmar en papel (o en la pantalla de la computadora) todas las cosas que se me están ocurriendo, me cosquillean los brazos y me tiembla el pulso, me vuelvo a reír, me muerdo los cachetes de la emoción, quiero salir corriendo a contarle a alguien la idea genial que se me ocurrió.

Todo esto para decirles que no tengo nada resuelto pero 


Tengo una idea.

Y se siente maravilloso.





Acto seguido a tener la idea mi cabeza se puso a cantar esta canción. 
No tiene nada que ver con nada pero Sara es una ídola así que acá está, ¡disfruten!

miércoles, 18 de marzo de 2015

Decisiones


Siempre que estoy a punto de tomar una decisión importante me pongo nerviosa. Son días (montones de días, por lo general) en que cada vez que mi mente vuelve a ese asunto me da dolor de cabeza y de panza, me sube una sensación extraña en la garganta (esa especie de cosquilla que anteceden al llanto o a la arcada) y me entran unas ganas terribles de llorar. El corazón y la cabeza me pesan toneladas y no me soporto.

Pienso y pienso y sigo pensando pero por mucho que repase los escenarios posibles en mi cabeza nunca termino de optar por nada porque ¿qué pasa si me equivoco?

En el transcurso de menos de 24 hs. dos personas muy sabias que tengo la fortuna de tener en mi vida me dijeron lo mismo: quizás la decisión ya la tomaste pero seguís diciendo "creo" para no aceptarla en voz alta.

La decisión tomada tiene algo de irreversible que me asusta sobremanera.
Es el miedo de decir "si esto entonces no lo otro".

El miedo a dejar de tener otra opción.

Cuando en realidad opciones siempre hay. Sólo que después de tomar una decisión, las opciones cambian y pasan a ser otras, diferentes. Esa opción que descartamos desaparece, al menos inmediatamente (nada quita que pueda volver a aparecer más adelante, porque ¿quién sabe cómo serán las vueltas de la vida?) pero aparecen otras. 

Vivimos inmersos en opciones y el proceso más básico y esencial de la vida es decidir, incluso cuando no somos conscientes de ello.

Y sí, me da miedo perder esa opción.
Y sí, me da miedo estar equivocándome,
o eligiendo por los motivos equivocados.

Pero estoy cansada del dolor de panza, de la angustia, de ese no-saber que tiene a mi cabeza volviendo una y otra vez al mismo asunto, de tener siempre algo que decir en la punta de la lengua y tragármelo y que las palabras bajen por mi garganta trabándose en todos lados.


Me voy a dar un par de días más (un par, Sofía, no un mes y medio: un-par) para volver a poner todo en la balanza y meditar. Cuáles son los motivos reales que me empujan en una y en otra dirección -no las excusas, sino los motivos reales, que no son los mismos-, qué gano, qué pierdo -siempre que se elige se pierde, por eso el miedo-, qué puertas se abren y cuáles se cierran, si hay caminos para volver si me equivoqué, pero sobre todo, qué me va a sacar este peso y esta angustia de encima, dónde me esperan las posibilidades más emocionantes y prometedoras. Qué es lo que quiero hacer, antes de qué me siento obligada a hacer.  


Y después decidir y pronunciar en voz alta la decisión ante quien corresponda para que se vuelva,

por fin, 

real

para acabar con la maldición de que mi cabeza vaya a mil y se enrosque y se niegue a detenerse cuando el corazón ya encontró eso donde por fin puede reposar feliz.


viernes, 13 de marzo de 2015

Círculos de colores (o sobre las estructuras y los vacíos en la vida)

Ayer fue un día extraño. Estaba aburrida y con ganas (con necesidad) de desenchufarme. No era culpa del cansancio ni de alguna frustración ni de ningún desencuentro humano ni nada parecido; es algo que a veces me pasa, sin que realmente haya pasado nada que me haga sentir así, rara. No tenía ganas ni de leer ni de mirar tele ni de chatear ni de chusmear Facebook ni de nada; entonces me acordé de mi lista de 61 ideas y la busqué sabiendo que algo iba a encontrar para entretenerme. Me detuve en la idea #28; la consigna era aparentemente sencilla y justo lo que necesitaba para desconectarme: "Llená una página entera de tu diario con círculos dibujados. Coloreálos".

Al final resultó ser mucho más difícil de lo que pensaba. Mucho.

No sé si alguna vez les pasó, eso de sentirse inmóviles, como paralizados, frente a una página en blanco. A mi me pasa muchas veces cuando intento ponerme a escribir (cuando tengo ganas de escribir pero no sé por dónde empezar), pero la página en blanco no siempre es de papel. "Tienen 5 minutos para armar un ocho musical de coreografía" dice a veces mi profesora de jazz y yo no sé qué hacer. Todos empiezan a moverse y yo nada, miro el suelo y pienso y nada. "Descríbanse en pocas palabras" nos dijeron una vez en una pseudo-entrevista laboral y yo sólo pude elaborar algo valiéndome de lo que otros compañeros habían dicho antes. "Improvisen". ¿Dónde está la guía, dónde el modelo, dónde la indicación? No me hagan esto.

Nunca pensé que una consigna aparentemente tan simple como "dibujar y pintar" me iba a poner frente a frente con mi drama con los espacios en blanco. 

Soy tan pero tan yo que obviamente ¿qué fue lo que hice?

Empezar por la estructura familiar -conocida.

Era tan obvio que iba a hacer eso que casi me dio risa.

Lo primero que dibujé fue un círculo grandecito pero no tanto en la esquina superior izquierda de la página (¿dónde sino?), justo debajo del título, y después empezar a dibujarle sus satélites, y así sucesivamente (un círculo grande, dos o tres satélites), como suelo hacer cuando estoy aburrida o concentrada.

Y repetí la estructura -repetí.la.estructura.- hasta sentir que la página estaba lo suficientemente llena

con conglomerados prolijos y estructurados -mis estructuras- de círculos rodeados de vacío.

Contemplé y claramente no era ésa la tarea. Así que seguí dibujando, llenando toda la página de círculos, círculos grandes y pequeños, círculos contiguos a otros círculos, todavía ordenados en su trazado aunque en el conjunto ese orden ya no se notara. Pero yo sabía que estaba y me molestaba. ¿No podía simplemente no ordenar y sólo dibujar?

Creo que no y darme cuenta fue muy frustrante. 

A la izquierda, intento 1 (parecen cadenas de ADN).
A la derecha, después de seguir dibujando, intento 2 (Uds. ven los vacíos, ¿cierto?)

Me detuve cuando me sentí más o menos satisfecha con el resultado y volví a mirar. 

Todavía estructuras. 

Todavía vacío.

Cuando por fin me puse a llenar todo -todo- TODO de círculos me agarró como una especie de fiebre (¿?) y temí no poder detenerme nunca. Entre todos los círculos veía espacios en blanco que me molestaban, estaban ahí mirándome, burlándose de mí con su presencia imposible de llenar. No importaba cuántos círculos dibujara, siempre quedaban espacios que como agujeros negros -blancos- atraían mi vista y me decían "sigo acá, aunque estés intentando que no". Sinceramente, y no exagero, temí no poder detenerme nunca, no estar nunca satisfecha, que siempre hubiese un-hueco-más para llenar.

En algún momento me obligué a detenerme.

Y llegué a una conclusión a la vez tranquilizadora (pues detuvo mi tarea) y perturbante:


No importa cuánto nos esforcemos,



siempre                      quedan                  

                                                                               vacíos.


Intento 3. Está todo lleno de círculos, pero no:
entre cada círculo un pequeño vacío que me exaspera.

PD: Todavía estoy pintando pero ya voy a subir mi obra terminada. Está quedando re linda y casi me hace olvidar de lo odioso que es ver todos esos vacíos entre los círculos.

PD2: No me olvidé de que mi reto de este mes es empezar teatro. Estoy averiguando pero 1) los cursos empiezan en abril y 2) en este momento no estoy teniendo presupuesto. Igual si todo sale bien, para abril voy a tener algo de dinero extra y pienso cumplir con mi reto de marzo, al menos por un mes.